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domingo, 31 de enero de 2016

Kakistocracias. Democracias serviles. Periodistas…, funcionarios públicos…, abogados…., policías….y la diaria epopeya meretriz de los maestranzas de la miseria.



El infeliz  espiritualmente infradotado, poniéndose en una posición de superioridad cuasi monárquica desde un medio de comunicación, asume su exposición y palabra, como una Ley incuestionable.

 

Desde esa altura, bastardea a un vendedor ambulante, “mantero”, “mercachifle”…, dando a entender que desarrolla una actividad delictiva…., reñida con la moral, avasalladora del derecho del transeúnte o del comercio “legal”.

Usando la carencia intelectual y cultural, como un arma violenta contra el y esgrimiéndolo como que esas condiciones le aportan la entidad que el humilde vendedor de chafalonías no porta.

 A ver, exposición de discapacidades espirituales y cognitivas….y que además arrastra la mediocridad cobarde de quien se adolece complejos de inferioridad ante cualquiera que tenga mejor posición de capital.

 En principio acotamos que la profesión de vendedora ambulante, tiene más años en la historia de la humanidad, que cualquier religión intelectualmente esclavizante.

 Más aun, que cualquier profesión y/o empleo surgido para generar plusvalía a quienes las comandaban. Profesiones bastardas…, como la tuya, la de los funcionarios públicos que aplican las reglamentaciones y Leyes generadas desde el mismo principio de las serpientes mordiendo las piernas de los descalzos y las miserables fuerzas civiles que las aplican por la fuerza…, fuerza que desnuda sus entre piernas mojadas desde el miedo a los “poderosos” que apura descargarlo contra los humildes como formar de sentirse menos miserables.

 Por supuesto que se embadurna a cada momento con la suave vaselina que mejore la penetración que diariamente debe de ser sometido por sus patrones genocidas económicos…., y que le otorgan la categoría de “puta” en regla…., y no como a esos pordioseros delincuentes que tanto ensucian las vistas públicas.

 La servidumbre del sistema meretriz…, esgrimiendo públicamente el reptar en las deposiciones de los “Poderes”…., mientras el humilde, solo mantiene su orgullo honesto aun desde una limitada intelectualidad.