El Síndrome de Estocolmo (SIES) es un estado psicológico en el que la victima de secuestro o retenido contra su voluntad, termina desarrollando una relación de complicidad con su secuestrador. En ocasiones, los secuestrados acaban ayudando a los secuestradores a alcanzar sus fines o evadir a la policía.
Estocolmo es la ciudad de Europa con mayor número de secuestradores por metro cuadrado. Este hecho hizo que numerosos secuestradores fueran secuestrados por secuestradores y tuvieran que pagar el rescate otros secuestradores secuestrados que ya habían sido secuestradores implicados en secuestros secuestradamente secuestrados con captores secuestrosamente secuestrados. En muchas ocasiones los secuestradores secuestrados acaban convirtiéndose en secuestradores de los secuestradores. Se han dado casos en los que el amigo secuestrador del secuestrador secuestrado acaba secuestrando tanto a secuestrador como a secuestrador secuestrado para pagar el rescate del secuestrador secuestrado del bolsillo de la familia del secuestrador. Así fue como Estocolmo pasó a tener su propio síndrome.
Este síndromeno solo puede darse en secuestros sino que ya se veía tiempo atrás en el caso de las mujeres que siguen amando a sus maltratadores y todas estas otras situaciones:
-Niños maltratados, mujeres maltratadas, prisioneros de guerra, miembros de sectas, víctimas de incesto, situaciones
de secuestro criminal, prisioneros de campos de concentración y relaciones controladoras e intimidantes
El vínculo emocional con el maltratador es en realidad una estrategia de supervivencia para víctimas de abuso e intimidación. El síndrome de Estocolmo en situaciones de secuestro o abuso se conoce tan bien en estos tiempos, que los negociadores de la policía no lo ven ya como inusual. De hecho, a menudo se promueve porque aumenta las oportunidades de supervivencia de los rehenes. Por otro lado, implica que los rehenes que experimentan un síndrome de Estocolmo no cooperarán demasiado en el rescate o proceso judicial. El personal policial ha reconocido desde hace tiempo este síndrome en mujeres maltratadas que se niegan a presentar cargos, pagan las fianzas de sus maridos o novios e incluso atacan físicamente a los agentes de policía cuando llegan para rescatarlas de un ataque violento.
El síndrome de Estocolmo puede también encontrarse en relaciones familiares, románticas o interpersonales. El maltratador puede ser un marido o esposa, novia o novio, padre o madre y cualquier otro rol en el que el maltratador esté en una posición de control o autoridad.
Es importante entender los componentes del síndrome de Estocolmo relacionados con las relaciones abusivas y controladoras. Una vez que el síndrome se comprende, es más fácil entender por qué las víctimas apoyan, aman o incluso defienden a sus maltratadores.
Cada síndrome consta de síntomas y conductas y el síndrome de Estocolmo no es una excepción. Mientras que no se ha establecido una lista definida debido a la variedad de opiniones entre los investigadores y expertos, varios de estos rasgos estarán presentes:
Sentimientos positivos de la víctima hacia el abusador/controlador
Sentimientos negativos de la víctima hacia familiares, amigos, o autoridades que tratan de rescatarlos o apoyarlos en su liberación
Apoyo a las conductas y sentimientos del abusador
Sentimientos positivos del abusador hacia la víctima
Conductas de apoyo de la víctima, a veces ayudando al abusador
Incapacidad para llevar a cabo comportamientos que podrían ayudarla en su liberación o desapego
El síndrome de Estocolmo no ocurre en cada situación de secuestro o abuso. En otro atraco a un banco con rehenes, tras aterrorizar a empleados y jefes durante horas, un francotirador de la policía disparó e hirió al atracador. Después de caer al suelo, dos mujeres lo levantaron y lo llevaron a la ventana para que le disparen de nuevo. Como puede verse, están implicados factores como el tiempo expuesto al abuso/control y otros.
Se ha visto que cuatro situaciones o condiciones están presentes y sirven como base del desarrollo del síndrome de Estocolmo. Estas cuatro situaciones pueden encontrarse en casos de secuestro, abuso severo y relaciones abusivas:
La percepción de una amenaza a la supervivencia física o psicológica y la creencia de que el abusador llevará a cabo la amenaza.
La percepción de cierta amabilidad del abusador hacia la víctima.
Ausencia de un punto de vista diferente al del abusador.
La percepción de la incapacidad de escapar de la situación.
Al considerar cada situación, podemos entender cómo el síndrome de Estocolmo se desarrolla en las relaciones románticas así como en situaciones de secuestro.
El Síndrome de Estocolmo Social
Cuando esta misma sintomatología se evidencia en un factor común dentro de diferentes sociedades…, el enfoque solo debe de desviarse a que…, o quienes están generando esta desviación.
Las situaciones y condiciones son las mismas…, pero solo cambia que lo produce y todo lleva a concluir que mutan las formas del poder que lo desarrolla…, aunque los métodos no difieran demasiado.
En los secuestrados…, la supervivencia…, soportar la violencia física y sicológica constante…, el acceso a alimento y las formas del confort que puedan accederse…, depende del poder sobre los destinos de los secuestrados que condicionan los captores….., en las sociedades…, los mismos condicionamientos….,, quizá mas atenuados…., pero mucho mas constantes a lo largo de la historia del desarrollo y evolución…, programados culturalmente desde la educación…, generación tras generación…, termina por causar los mismos factores de abuso/control sobre las masas en una inercia que termina por convertir estos síntomas en “normales y aceptados socialmente”…, cambiando el causante….., el poder opresor, lo genera el económico/material/capital…, en la misma constante de asumir psicológicamente y desarrollando sus implicancias en lo neurológico…, programando en el inconsciente que la supervivencia…, soportar las formas de la violencia que el sistema genera…., el posicionarse en un mejor ámbito de seguridad, confort y estabilidad de esas deformaciones psico neurales…, depende de las voluntades de esos poderes y el estatus en los mismos parámetros al que se logre acceder…., minimiza los efectos.
La diferencia mas marcada se produce en el efecto de ejercer ese mismo control hacia abajo en las escalas de poder económico/material/capital……, y cada escala suma lo que lo determina como “fuerte” por quienes detentan la categoría de más “débiles” dentro del parámetro.
El hombre manteniendo a la mujer y a los hijos…., la mujer a menores a su cargo….., cada jefe a cada subordinado en la función laboral…., el poder de la fuerza publica y el publico que debe de interactuar…., las profesiones Diplomadas, Títulos y Licenciaturas con derechos por sobre quienes no las detenten….., y sobre todo en los accesos a Justicia, Salud y Educación….., que obviamente…, dentro de esta malformación social…, no tiene la entidad que el su definición les otorga.
En esencia…., las sociedades corrompen colectivamente su intelectualidad y cultura…, desarrollando como entidades superiores por encima de lo humano…, otorgándoles privilegios de entidades divinas…, a sus captores económicos.
El nacer…, ser…, sobrevivir y hasta el morir…, se delega a los caprichos de la supremacía en la escala económico/social y la impunidad de ejercer esos caprichos a voluntad.
Hay secuestrados enamorándose de sus secuestradores…., inclusive algunos llegando a suicidarse luego de la muerte de ellos en enfrentamientos para poder liberarlos…….., las sociedades desarrollan los mismas condiciones…., en la constante agonia crónica..., de un suicidio existencial.
"No hay verdugo sin su víctima, ni víctima sin su verdugo…” diría por ahí la sabia frase popular.
Y yo le agregaría unos tres puntitos suspensivos a este lindo romance, para hacerla de emoción y para ver a quién le cae el saco y de qué manera se lo acomoda...!!
Pónganselo, es su momento de quejarse! Usted, él, ella, nosotros, llegamos cuando ya todo estaba montado y no había ni para dónde moverse.Y es que a veces nos invade esa especie de ¿gusto? por padecer de “algo”, le vamos encontrando sabor a eso que nos incomoda o nos impide sentirnos como personas plenas durante el diario vivir, las actividades que tenemos planeadas y hasta para los proyecto de vida. Quién no se queja de que le imponen responsabilidades ajenas? Quéjese en el ambiente familiar, laboral, político y urbano.Casi como pasa en la psicología, yo le llamaría Nuestro Síndrome de Estocolmo pero en lo Social: empezamos a agregarle “sentido” a vivir en un vaivén de expectativas sociales, urbanas, políticas, ideológicas o emocionales, creadas, satisfechas o frustradas por alguien más, y así como hoy somos capaces de echarle la culpa a una persona o a un sistema de gobierno, mañana nos veremos de nuevo con una sonrisa plácida y sacrificada, legitimando su actuar y dispuestos a seguir en el rol con el que mejor nos sentimos identificados: víctimas o verdugos.
Nos vamos enamorando de una forma de vivir en la que ya no vemos o distinguimos qué, quiénes...,o peor aún..., cómo nosotros mismos nos vamos auto-boicoteando de nuestras propias capacidades y potencialidades.
Por un lado somos sociedades secuestradas por quienes nos amenazan o nos someten, directamente o bajo engaño, pero al mismo tiempo y como mecanismo de defensa...., nos vamos auto-secuestrando de nuestra propia esencia social, en la misma medida que dejamos que el cinismo, la indiferencia y la omisión sea lo que nos rodeé en nuestras colonias, en nuestras casas, en nuestros trabajos: todo adornado con lindas bardas, ventadas cerradas y jardines internos..., mientras que vamos depositándole un falso y creado calificativo a las calles y zonas públicas como “inseguras”, espacios públicos que vistos con lupa, están siendo abandonados y violentados también por nosotros mismos, quienes nos hemos apartado de ellos y que de por sí nos pertenecen, pero que si nos vamos de reversa, si estamos en ahí..., viviéndolos, habitándolos, instalándonos, serán cada vez más sanos y amigables en la forma que más queramos.
Tal vez, entre la víctima y el verdugo, hay un tercero, o mejor aún, un antes y un después.