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martes, 22 de julio de 2014

Kakistocracias. Kakistos humanos.


La importancia y trascendencia de lo que se expone, tiene más que ver con la entidad de quien lo hace, que con la intención de lo dicho.
Cualquier lógica, por más racional que parezca pierde sentido, dicha por portadores con mas prontuario que méritos...., con mas intencionalidad que desprendimientos y una vida fundada en dobles y contrasentidos.
Cualquier verdad se convierte en un calidoscopio contra metafísico, en bocas como la de Massa, Moyano, Macri. Carrio, Menem, Cobos, Biondini, Lanata, Grondona, Leuco, Jacobo o Súller.
Entonces, por carácter transitivo...., es razón interpretar que los integrantes de la sociedad que convierten en dogmas, lo dicho por personajes carentes de la ética necesaria para dar veracidad a sus citas...., son también carecientes, aunque el grado menor debería de depender, de una mayor dosis de escrúpulos que lo expongan como demasiado evidente.

Tengo una lista de comprometidos contactos y aún en las antípodas del pensamiento...., no puedo más que respetar lo que cuentan, emiten o exponen. Porque aun confundidos o equivocados, sé, que desde su honestidad intelectual tienen la credibilidad que sella el ser integro.
Entiendo también.., que deben de estar prestos para hacerme entender cuando soy el equivocado..., carezco de información veraz, es incompleta o tergiversada.

Soy libre de dar entidad..., de acuerdo a mi código personal de valores y siempre en los primeros lugares de ese código, estarán compromiso con lo humano, honestidad intelectual y un valiente desinterés.

Esto no lo da el nivel intelectual, ni los títulos o capacitación...., siquiera la acumulación de libros en tu biblioteca. Seguramente ayudara a acercar, pero no lo define. La definición está en la proporcionalidad opuesta entre frivolidad materialista y el desprendimiento por lo humano.
Cuando un medico deja de interpretar la función humanística de su profesión vocacional, por hacer plata, lograr un posicionamiento social y llega tarde a su turno a sabiendas de que personas con dolor necesitan de su capacitada soberbia.
Cuando un abogado entiende su profesión como trafícate de influencias, asesor de delincuentes o un juego de capacidades técnicas, más que la vocación por la verdad y la justicia, la vigilia del derecho y la obligación con el destino de personas inocentes en sus naipes marcados.
Cuando un maestro convierte deforma su imagen que da forma y moldea educaciones, en una pelea por recaudar desde el sin respeto, y aun con razones suficientes, muta el razonar por la falta de educación desde la exposición, la contestación o solo la conducción social, olvidando el lugar que se ocupa y porque se quiso ocupar.

Cuando un titulo, un doctorado, una ocupación o cargo, en sí mismos, valen más que la entidad de quien los porta…, ya no se vuelve.

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