En la
nueva forma social de interpretar la realidad, la mentira se ha convertido
en un argumento más.
La acción
de mentir, aun moralmente condenable, no así legalmente, poco a poco ha
ido ganando terrenos hasta entrar hoy en limites que deberían de comenzar
a replantearse y armar legislación para la utilización como argumento en caso
de ejecutores con condición de profesionalidad o comunicadores.
Si es mi
hija de cuatro años la que miente, la importancia y
relevancia
social es nula. Doña Chola, en el consabido cuereo matinal a alguna vecina
de vida más movida que la propia.
Pero
cuando la falacia se convierte en un argumento con
fines
específicos, expuestos por Jueces, Abogados, Periodistas, Funcionarios
Públicos,
Dirigentes
Sociales y Políticos en general, esta suma la manipulación del oyente a
fines específicos venciendo limites de falta moral para convertirse lisa y
llanamente en estafa por el fin que le da intención y las consecuencias
impensadas que podrían generarse.
Por
ejemplo, la reciente muerte a manos de una horda
vengadora,
de un supuesto “motochorro”. Basta con evaluar la publica manipulación de
la mentira como argumento desde los grupos periodísticos, que, al margen de
“ganancias políticas”, las producciones extreman la presentación para ir
ganando “ratings” como artilugios del llamado “minuto a minuto”. Entonces
azuzados conductores y panelistas de ocasión, muchos profesionales de las
Leyes o relacionados, emiten una serie de opiniones con carácter de
“verdades” que desde una titulo doctorado se traducen en aceptación
incontrastable de parte de la masa participante.
Una
noticia, una estadística, una regla, una ley, una propiedad, un
conflicto…., cualquier cosa que sea inventada en función de un
rédito social y lucro, conlleva un riesgo potencial que determina el
carácter de juzgamiento desde lo Legal que debería de legislarse y
disponerse, de no ser porque los mismos actores adaptaron también su uso y
aprovechamiento.
Finalmente,
los límites entre la verdad y la mentira se funden
y el dicho
chusma, la opinión, la especulación o solo un punto de vista, se
convierten en una bruma que desestima cualquier intención de lógica o
razón.
Ergo, hoy
la sociedad navega en una sinrazón, tan insana
como
insatisfecha, e intentar usar parámetro que diferencie y divida la
obligación del derecho, es además de imposible, hasta ilógico considerando
que siquiera lo escrito y las que se suponen deberían de ser las personas
con la entidad para
ser su
guardia, entienden la veracidad como norma.
La mentira
convertida en argumento, y la mentira como contraposición de un argumento,
están dando forma a una nueva mutación de la conciencia social colectiva
donde por carácter transitivo, solo es cuestión de tiempo para que el
evolucione a anarquía social irreversible.
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