La importancia
y trascendencia de lo que se expone, tiene más que ver con la entidad de quien
lo hace, que con la intención de lo dicho.
Cualquier lógica
por más racional que parezca, pierde sentido dicha por portadores de mas
prontuario que méritos, con mas intencionalidad que desprendimientos y una vida
fundada en dobles y contrasentidos.
Cualquier
verdad se convierte en un calidoscopio contra metafísico, en bocas como la de
Massa, Moyano, Macri. Carrio, Menem, Cobos, Biondini, Lanata, Grondona, Leuco,
Jacobo o Súller.
Entonces,
por carácter transitivo es razón interpretar que los integrantes de la sociedad
que convierten en dogmas lo dicho por personajes carentes de la ética necesaria
para dar veracidad a sus citas, son también carecientes aunque el grado menor
debería de depender de una mayor dosis de escrúpulos que lo expongan demasiado
evidente.
Tengo una
lista de comprometidos contactos y aun en las antípodas del pensamiento, no
puedo más que respetar lo que cuentan, emiten o exponen, porque aun confundidos
o equivocados, sé, que desde su honestidad intelectual tienen la credibilidad
que sella el ser integro.
Entiendo también
que deben de estar prestos también para hacerme entender cuando soy el
equivocado o carezco de información total o veraz.
Soy libre de
dar entidad de acuerdo a mi código personal de valores y siempre en los
primeros lugares de ese código estarán compromiso con lo humano, honestidad
intelectual y un valiente desinterés.
Esto no te
lo dan ni la intelectualidad, ni los títulos y capacitación, siquiera la
acumulación de libros en tu biblioteca. Seguramente ayudara a acercar, pero no
lo define. La definición está en la proporcionalidad opuesta entre frivolidad
materialista y el desprendimiento por lo humano.
Cuando un
medico deja de interpretar la función humanística de su profesión vocacional,
por hacer plata, lograr un posicionamiento social y llega tarde a su turno a
sabiendas de que personas con dolor necesitan de su capacitada soberbia.
Cuando un
abogado entiende su profesión como trafícate de influencias, asesor de
delincuentes o un juego de capacidades técnicas, más que la vocación por la
verdad y la justicia, la vigilia del derecho y la obligación con el destino de
personas inocentes en sus naipes marcados.
Cuando un
maestro convierte deforma su imagen que da forma y moldea educaciones, en una
pelea por recaudar desde el sin respeto, y aun con razones suficientes, muta el
razonar por la falta de educación desde la exposición, la contestación o solo
la conducción social, olvidando el lugar que se ocupa y porque se quiso ocupar.
Cuando un
titulo, un doctorado, una ocupación o cargo, en sí mismos, valen más que la
entidad de quien los porta…, ya no se vuelve.
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